Qué es
Consiste en irradiar al paciente con Rayos X. Estos atraviesan
en mayor o menor grado los distintos tipos de tejidos en función
de su contenido en gas, líquido o elementos sólidos.
Situando al paciente entre la fuente de Rayos X y una placa con
un negativo, la imagen que se forma en ésta permite identificar
las vértebras, evidenciando su disposición, y da una
idea grosera de la composición de las propias vértebras
y de algunos de los tejidos del entorno.
Qué permite
Básicamente, la radiología convencional da información
sobre la forma de la columna vertebral y permite descartar el diagnóstico
de patología mecánica del raquis. Permite detectar:
- Patologías que causan dolor de espalda pero que no son patologías
mecánicas del ráquis; infecciones, tumores, fracturas vertebrales
o señales de osteoporosis (pérdida de masa ósea). La existencia
de estas afecciones descarta la posibilidad de un diagnóstico de
patología mecánica del raquis.
- Las variaciones de la forma de la columna vertebral, como
anomalías
de transición lumbosacras, y las escoliosis.
En este último caso, permite cuantificar con precisión
el número de grados de la curvatura.
- Algunas anomalías orgánicas de la columna
vertebral: la espondilolistesis
y la artrosis
facetaria. En la artrosis
vertebral permite observar la existencia de osteofitos, las
degeneraciones importantes del disco, en las que el núcleo
pulposo prácticamente ha desaparecido y ha sido sustituido
por aire -es lo que se denomina el fenómeno de "vacío
discal"- y, en las fases más iniciales, la aproximación
de las vértebras a consecuencia de la pérdida de altura
de los discos intervertebrales por su degeneración (que es
lo que antiguamente se denominaba un "pinzamiento" discal). La radiología
convencional no permite diagnosticar la existencia de fisuras, protrusiones
ni hernias
discales, ni la de fibrosis
post-quirúrgicas.
La utilidad de la radiología convencional en las patologías
mecánicas del raquis es bastante limitada ya que, como indican
las Guías de Práctica clínica:
- El dolor de espalda se debe habitualmente a causas que no
se ven en una radiografía, y
- La mayor parte de las anomalías que puede detectar
la radiología convencional no aumentan el riesgo de padecer
dolor de espalda, y evidenciarlas no conlleva ningún cambio
en la estrategia de tratamiento.
Un estudio en el que se siguió la evolución de un
grupo de adolescentes con anomalías de la columna vertebral
detectadas por radiología convencional, demostró que
no tenían dolor de espalda con más frecuencia que
los niños con radiografías normales, ni en el momento
en el que se hicieron las radiografías ni a lo largo de los
siguientes 25 años.
Riesgos
La radiología no es dolorosa pero la irradiación
con Rayos X es nociva, por lo que conviene limitar su uso a los
casos en los que está realmente justificado. El RCGP
señala que una radiografía de la columna lumbar conlleva
una irradiación 150 veces superior a una radiografía
de tórax.
Indicaciones
Las Guías de Práctica clínica coinciden
en que:
- No está indicado pedir radiología convencional
en dolores de espalda de menos de 4 semanas, salvo que haya datos
que sugieran que puedan deberse a causas distintas a la patología
mecánica del raquis o haya compresión
de un nervio.
- Está indicada la realización de radiografías
esencialmente para descartar la existencia de enfermedades generales
que causan dolor en la espalda pero que no son propiamente de la
espalda -es decir, no son patologías mecánicas del
raquis-, como tumores, infecciones, o fracturas o aplastamientos
vertebrales. En este supuesto, tiene sentido hacerlas en aquellos
casos en los que:
- Los antecedentes del paciente, las características
del dolor o el resultado de la exploración física
sugieren que puede haber una afección de este tipo.
- El dolor resiste a un mes de tratamiento.
Es de señalar que en esos casos tiene sentido hacer radiografías
una vez, habitualmente de frente y perfil, pero no repetirlas periódicamente.
De hecho, el RCGP recomienda
específicamente evitar repetirlas, así como hacerlas
cuando no son necesarias.
Por otra parte, en los casos en los que un hueso se rompe pero
sus fragmentos no se desplazan, hace falta cierto tiempo para que
la radiografía muestre signos de fractura. Si el traumatismo
ha sido muy reciente, la fractura puede no verse todavía
en la radiografía y ser necesario hacer una gammagrafía
ósea.
También puede tener sentido hacer radiografías
en los casos de escoliosis
infantil o juvenil en los que hay que hacer un seguimiento para
evaluar la eventual progresión del grado de curvatura. En
estos casos, hay que valorar individualmente la periodicidad con
la que se hacen las radiografías; tienen que ser lo más
espaciadas posibles teniendo en cuenta el ritmo de progreso de la
escoliosis y la edad y el sexo del niño.
Algunas Guías de práctica clínica recomiendan realizar pruebas de imagen ( RX, TAC o RM) rutinarias en adultos de edad avanzada con dolor de espalda por la mayor frecuencia de enfermedades subyacentes graves a esas edades. Sin embargo, un estudio de calidad no encontró diferencias en el dolor, incapacidad ni en el diagnóstico de enfermedades graves durante un año de seguimiento en pacientes de edad avanzada con dolor de espalda en función de que se les realizara o no pruebas de imagen rutinarias precoces si no existen datos clínicos o antecedentes personales que justifiquen esos estudios.
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