Actividad física
El sedentarismo
aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda y el reposo
en cama el riesgo de que este dolor se prolongue por más
tiempo y reaparezca más fácilmente.
A la inversa, estar físicamente activo y no ser sedentario disminuye
el riesgo de padecer dolor de espalda. Además, si el dolor aparece,
mantener el mayor grado posible de actividad
física ha demostrado acortar su duración y reducir el riesgo
de que reaparezca.
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