Resumen
El dolor de espalda aparece en virtud de un mecanismo neurológico
cuyo origen normalmente se desconoce. Sólo excepcionalmente
se debe a una alteración orgánica de la columna vertebral.
Entre los factores que contribuyen a que aparezcan se encuentra
la falta de una musculatura potente, la adopción de posturas
incorrectas, la exposición a vibraciones y el miedo al propio
dolor. Para evitarlo y
tratarlo
se debe mantener
un mínimo de actividad física y evitar el
reposo.
En contra de lo que se creía antiguamente, la mejor forma de evitar
y tratar el dolor de espalda es haciendo
ejercicio y manteniendo el mayor grado posible de actividad
física, cumpliendo normas
de higiene postural, y evitando el cirugía
está indicada en un reducidísimo número de casos y sólo cuando hay
signos claros que garantizan el éxito.
Algunas enfermedades causan dolor de espalda.
Este tipo de dolor es la manifestación en la espalda de una enfermedad
general. Por lo tanto no es un "verdadero" dolor de espalda como
los que los médicos denominan "patologías
mecánicas del raquis" y para tratarlo hay que tratar la
enfermedad que lo causa.
Por otra parte, una enfermedad crónica puede aumentar el
riesgo de padecer dolor de espalda si conlleva inactividad
física y reposo. En la sección "personas
sedentarias" se explican los mecanismos por los que esos factores
aumentan el riesgo de padecer dolor de espalda y las medidas para
prevenirlo. Un enfermo crónico debe consultar esas medidas con su
médico para adaptarlas a su caso específico.
Por tanto, la información de esta sección está dirigida
a aquellos que sufren un "verdadero" dolor de espalda.
Causas del dolor
Antiguamente se creía que el dolor de espalda se debía siempre
a alteraciones de la columna vertebral, como las escoliosis o hernias
discales. Hoy en día se sabe que no es así.
El dolor de espalda aparece por un mecanismo neurológico
que causa dolor, inflamación y contractura muscular. La mayoría
de las veces no se sabe qué lo desencadena. En un reducido número
de casos el dolor es causado por una alteración orgánica
de la columna vertebral, como la hernia
discal o la estenosis
espinal, pero habitualmente no es así: La mayoría de las alteraciones
de la forma de la columna vertebral son variantes de la normalidad,
que no causan ningún problema y que tienen con igual frecuencia
las personas con dolor y las personas sanas que no sienten ninguna
molestia.
La repetición de esfuerzos en posturas incorrectas o, sobre todo,
la falta de una musculatura suficientemente potente y equilibrada
pueden ser factores que predisponen para el dolor de espalda. Otros
factores que han demostrado
aumentar el riesgo de padecer dolor de espalda son, por ejemplo,
el miedo a padecerlo y la exposición a vibraciones.
Cómo evitar el dolor de espalda.
Para evitar el dolor de espalda puede ser importante mantener el
mayor grado posible de actividad física, hacer ejercicio y seguir
normas de higiene postural como las que se indican en esta Web.
Cómo diagnosticar la causa del dolor de espalda.
Las fuentes más importantes y fiables de información son la historia
clínica y la exploración física.
En contra de lo que se creía antiguamente, las radiografías son
poco útiles para detectar la causa del dolor de espalda. Sólo cuando
la historia clínica y la exploración física sugieren que es necesario,
tiene sentido valorar la realización de las siguientes pruebas:
a. Radiografías o análisis de sangre para descartar que el dolor
se deba a enfermedades generales que se manifiestan en la espalda.
b. Resonancia magnética. Hay que tener en cuenta que sus resultados
no tienen valor por sí mismos. Lo hallado en la imagen debe
correlacionarse con la historia clínica y la exploración física
(por ejemplo, alrededor del 30% de las personas sanas tiene hernias
discales que no dan problemas, y el hecho de verlas en una resonancia
magnética puede inducir a prescribir tratamientos inadecuados).
c. Pruebas neurofisiológicas. Sirven esencialmente para detectar
la existencia de una compresión de las estructuras nerviosas o para
hacer su seguimiento.
Cómo tratar el dolor de espalda.
Cuando duele la espalda, y en oposición a lo que se pensaba
antiguamente, es importante mantener el mayor grado de actividad
y movilidad que el dolor permita, y evitar el reposo
en cama.
En la mayoría de los pacientes, el dolor desaparece en menos de
7 días casi con independencia del tratamiento que se use.
La mayor parte de las veces en las que el dolor dura más, se pueden
tratar satisfactoriamente con medicamentos,
intervención
neurorreflejoterápica, ejercicio,
u otros tratamientos
no quirúrgicos.
En contra de lo que se creía antiguamente, hoy en día se sabe que
la cirugía está indicada en menos del 1% de los
pacientes con dolor de espalda crónico, y sólo debe hacerse cuando
hay signos claros que apuntan su necesidad y aseguran un buen pronóstico.
En una sección
de esta Web se indican todos los tratamientos que existen para
las dolencias de la espalda, y en otra las pautas de tratamiento
que combinan los que han demostrado científicamente ser eficaces. |